¿Por qué la historia es tan injusta y la ciencia tan peligrosa? Insensible a la belleza y a la moral, la historia no ha cesado de sustraer su carácter sagrado a los objetos y a las expresiones a que los hombres se han ligado sucesivamente. Sólo es consecuente en la elaboración del conocimiento: su vocación es lógica.

La teoría que aquí propone Charles Morazé respeta el misterio que las casualidades ocultan; no niega el carácter aleatorio de la acción, pero precisa que sus desarrollos responden a necesidades y conduce a una dialéctica de lo posible y de lo cierto.

Este método, rigurosamente desarrollado, simplifica el conocimiento del pasado, del que lo esencial da a los enfrentamientos de ayer y de mañana el mismo sentido que a los imperativos de la ciencia tecnológica. Todo conduce entonces a la solidaridad general de los hombres preconizada por Marx, incluso aún cuando ésta parezca realizarse de forma diferente a como él la había previsto.